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PANADEROS ANARQUISTAS DE CHILE

Actualizado: 3 may

Los inicios del anarquismo en Chile son algo misteriosos, ya que no existen demasiadas fuentes directas. Lo que sí sabemos es que a mediados del siglo XIX, las grandes ciudades se llenaron de personas que se transformaron en proletarios y proletarias, y que esa transformación se hizo utilizando como medios el azote del salario, la ley laboral y las precarias condiciones laborales.

Chile se acopló profundamente en el capitalismo, después de la invasión militar y colonial en territorio mapuche, en la última mitad del siglo XIX y la anexión de las regiones salitreras en el norte. Al terminar la guerra del pacifico, se generaron muchas riquezas, pero que se concentraban en pocas manos, con lo que la desigualdad era visiblemente brutal.

 

Este escenario hizo que surgieran voces críticas al modelo. Ya en 1892, en Valparaíso y Santiago, algunos inmigrantes italianos y españoles en complicidad, crearon un centro de estudios sociales que termino editando “El Oprimido” el primer periódico comunista anárquico local.

Para comienzos del siglo XX sus ideas ya se habían expandido como la pólvora: en 1907 habían más de 40 grupos anarquistas repartidas en todo Chile. Santiago y Valparaíso eran ciudades más industrializadas y de mucho comercio, por lo que ahí se concentraron la mayor cantidad de grupos anarquistas.

 

Éstos irrumpieron en la escena política con posiciones mucho más radicales de las que se habían visto hasta entonces encontra el Capital, el Estado y la idea de Dios – un trinomio de la opresión y explotación-, que cimentaban la autoridad en una sociedad patriarcal y viciosa, que además tenían una postura muy crítica frente al consumo de alcohol y la prostitución.

 

Liberarse de esas opresiones era sólo posible mediante una acción política mancomunada, generando una cultura y un accionar antagónico a la moral de los burgueses. Así, se generaron espacios autónomos de prácticas culturales, que desarrollarían la voluntad de emanciparse de aquellos prejuicios y valores establecidos, abriendo también entre mujeres un discurso feminista, anarquista, solidario y de clase. Bajo las lógicas del internacionalismo, la difusión y el apoyo mutuo, se editaban, distribuían e intercambiaban periódicos, libritos y folletos, creándose una red humana de intercambio ideológico.

 

La idea anárquica comenzó a expandirse entre el año 1898 y 1902, llegando en los años siguientes a los sindicatos de obreros y el de panaderos no fue la excepción.

 

 

PANADEROS: ORGANIZACION Y PROTESTA

 

Ya a principios del siglo XIX los panaderos participaban en manifestaciones de protesta en contra del alza del costo de la vida. El 5 de Julio de 1888 en Santiago se entregaba un petitorio donde se criticaba fuertemente la falta de preocupación del gobierno por mejorar las condiciones del pueblo y las condiciones precarias en las que se trabajaban en las panaderías. Entre otras demandas estaba la limitación de la jornada de trabajo a 12 horas, el aumento del salario, el descanso dominical y el pago semanal.

Este periodo de movilizaciones culmina con la huelga general en 1890 donde el gremio panadero volvió a tener una destacada participación y nuevamente las reivindicaciones apuntaban al pago íntegro del salario en moneda, aumento salarial y descanso dominical. Entre julio y agosto del mismo año las protestas de los panaderos se extendieron a Valparaíso, Quillota, Limache, Talca y Concepción. Ya a comienzos del siglo XX se vuelven a articular modalidades de organización gremial y las demandas largamente exigidas por el gremio.

La movilización de panaderos se vio afectada por el declive del movimiento obrero, luego de la matanza en la Escuela Santa María de Iquique en 1907, en la que se ahogó con sangre la huelga de miles de trabajadores de la salitrera de la provincia de Tarapacá.

 

Luego, en 1917 hubo muchos intentos de unificación de los gremios panaderos de Santiago y Valparaíso, convocando un congreso nacional para abril de ese año, que finalmente no se llevó a cabo.

En 1918 Carlos Lafferte dirigía el periódico El Panificador de Santiago, órgano de la Federación de Panificadores y Ramos Similares, que buscaban echar a andar una base gremial másamplia, coordinando la acción de la Federación con aquellas creadas en provincias. Su objetivo era promover el bienestar de sus asociados y la lucha por la reglamentación del quintalaje, la aprobación del descanso dominical, el establecimiento de las ocho horas de trabajo, la higienizaciónde las panaderías y la eliminación del trabajo nocturno. Estas formas de organización obreras que se dieron los panaderos fueron, según el Historiador Jorge Barria Serón, como sociedades de socorro mutuo y de resistencia con una fuerte base gremial.

 

La influencia Anarquista en los panaderos fue evidente, de hecho, Peter De Shazo, se dedicó en su libro, “Trabajadores Urbanos y Sindicatos de Chile 1902-1927” a estudiar la influencia del anarquismo en orígenes del movimiento urbano, especialmente en el rubro panadero.

 

El dirigente anarquista Magno Espinoza habría organizado el gremio de panaderos de Valparaíso y ayudó a promover la huelga de 1903. En 1906 se creó la Union en Resistencia del Gremio de Operarios de Panaderías de Rancagua. En 1919 el gremio de Panaderos de Valparaíso habría participado en la creación de la sección chilena de la I.W.W. en diciembre de ese año. En 1920 se organizó el “Centro comunista de Panificadores” de orientación anarquista, cuyo órgano de expresión fue el periódico “El Comunista” , que apoyó la campaña de los trabajadores panaderos de 1923 y 1924 en pro de la eliminación del trabajo nocturno y convocó a la primera Convención Nacional del gremio en septiembre de 1923. En esta oportunidad se establecieron las bases generales de funcionamiento y coordinación de las diferentes organizaciones del país, La Declaración de Principios de la Unión Sindical señalaba:

 

“La Unión Sindical de Panaderos de Santiago tiene por objeto asociar a todo el elemento panaderil. Para exigir de la clase capitalista, a medida de su fuerza y capacidad consciente, todas las mejoras materiales y morales a que tiene derecho para vivir una vida digna y feliz”

 

Como ideal buscaban la “Socialización de los medios de producción por la clase trabajadora organizada sindicalmente”. Dentro del programa de acción inmediata su artículo primero indicaba que la Unión Sindical congregaba en su seno a todas las organizaciones de panaderos establecidas a través de la República bajo el título de sindicatos, sociedad de resistencia y gremios de panaderos, los cuales aceptan su declaración de principios y su programa de acción inmediata. Su artículo cuarto reconocía el carácter autónomo de cada gremio, no admitiendo la hegemonía de ninguna doctrina fuese política, religiosa o ideológica

 

 

EL TRABAJO EN LAS PANADERIAS

 

La producción de Pan era una de las actividades destacadas de las industrias urbanas, alimento básico de la canasta familiar.

 

Karl Marx caracterizaba la industria panadera en la Inglaterra del siglo XIX como una industria “matadora” de hombres, en donde los operarios rara vez superaban los 40 años, destacaba las extensas jornadas de trabajo y las pésimas condiciones de higiene y seguridad.

En Chile la industria del pan tuvo que enfrentarse a dos problemas en su desarrollo: primero, la dificultad de mecanizar el proceso productivo. Las maquinarias eran costosas y exigían la masificación de fuentes de energía, optando siempre por la mano de obra constante. El segundoera que a comienzos del siglo XX aún había mucha gente que elaboraba su propio pan en casa y el que ofrecía la industria era casi complementaria, nada más.

 

Bajo estas condiciones, junto al alza constante del precio de la harina, para muchos empresarios panaderos, la expansión de su industria debía hacerse sobre la base de la máxima utilización de la mano de obra. Largas jornadas de trabajo, malas condiciones de higiene y seguridad, trabajo nocturno, accidentes recurrentes – especialmente en “la revolvedora” -que provocaba la trituración de los brazos de los operarios- y la muerte por asfixia, en especial en invierno, por la emanación de gases de las estufas que calefaccionaban los ambientes o de los mismos hornos. Se contrataban obreros “mensuales”, niños huérfanos o pobres que trabajaban como aprendices, los que se acogían al trabajo como única tabla de salvación, trabajaban largas jornadas por alojamiento, una pequeña ración de comida y un salario mínimo. Entre estos trabajadores mensuales se encontraban obreros alcohólicos,que al ser detenidos por la policía, eran prontamente liberados por los industriales panaderos para llevarlos a trabajar en calidad de reo, los despojaban de sus ropas y les entregaban un equipamiento ligero que les dificultaba su huida.

Todas modalidades de trabajo no ayudaban a sacar al obrero de su cautiva condición. Incluso en las horas libres, se distraían jugando cartas y emborrachándose, ya que se comprobó que habían panaderías que les vendían a sus trabajadores bebidas alcohólicas. En torno estos y a otros problemas, algunos integrantes del gremio consideraban necesario promover una legislación protectora.

 

La lucha contra el trabajo nocturno se transformó en la demanda central, una vez que los gremios lograron el descanso dominical y sucesivos aumentos salariales. Las razones para eliminar el trabajo nocturno parecían evidentes ante los ojos de los trabajadores.

 

“El obrero panadero permanece vegetando en las peores condiciones sociales, ajenas, por lo tanto, a las más puras demostraciones de cariño en el hogar, sin ningún roce social ocupando por esta y otras razones; el último peldaño en la escala de la civilización y del progreso”

 

El carácter de industria continua que se le daba a esta actividad, impedía la paralización de las faenas durante la noche, argumento que utilizaban algunos empresarios.

 

Pero con las movilizaciones en 1919 por el aumento del costo de la vida y la elección de Arturo Alessandri como presidenteen 1920 serian escenario favorable para llamar la atención de las demandas largamente exigidas por los panaderos. Alessandri manifestó preocupación por los males que aquejaban a la población, en especial la mortalidad infantil, la tuberculosis, el alcoholismo y las enfermedades de trascendencia social.

 

Los años posteriores - a pesar de la negativa de algunos empresarios panaderos, las supuestas consecuencias negativas que podría tener la eliminación del trabajo nocturno y el temor de estos a esta supuesta aplicación de la ley - se pone en marcha el decreto de la Municipalidad de Santiago en 1924, que establecía el trabajo diurno en la panaderías, pero sin mucho éxito, ya que mientras no se estableciera en todas las comunas de la Capital, aquellas afectadas por el reglamento no podían competir con aquellas que si podían sacar pan a todas horas, por lo que la solución debía provenir de un trámite legislativo.

 

A finales de junio de 1924, finalmente el senado aprobó la eliminación del trabajo nocturno en las panaderías, faltando únicamente ser aprobada por el Congreso, que posteriormente seria disuelto por la Junta militar, luego de la renuncia del Presidente Alessandri, con lo que se retrasó y se postergo la aprobación hasta que a finales de septiembre de ese mismo año, miembros del Comité Pro Abolición del Trabajo Nocturno, se entrevistaron con el Presidente de la Junta de Gobierno el General Altamirano, comprometiéndose a despachar dentro de los próximos días el proyecto.

El primer día de octubre de 1924, la Junta de Gobierno firma el decreto de abolición del trabajo nocturno en las panaderías, el que comenzaría a regir a partir del 1 de mayo de 1925.

 

Luego de que comenzara a regir este decreto, se reforzaron los Sindicatos, para asegurarse del cumplimiento de la normativa, aprobándose además, convenios internacionales - incorporándose la prohibición un tiempo después, al Código Laboral de 1931 - facultando acuerdos directos entre empresarios y trabajadores y estableciendo fuertes sanciones en caso de incumplimiento.

 

Sin duda todo este desenlace demuestra la transición en el liderazgo obrero, pasando de la modalidad de sociedades de resistencia con una fuerte influencia anarquista hacia una organización sindical proclive a institucionalizar sus demandas y aceptar la legislación, lo que a ojos de muchos dirigentes fue la acción más realista para alcanzar el mejoramiento de las condiciones laborales, pero que sin duda evidenciaba, lo que veía el sector más radical del movimiento, una peligrosa transición hacia el fin de la autonomía del movimiento obrero.


 

AÑOS POSTERIORES

 

Durante los años siguientes se promulgarían leyes laborales que buscaban disminuir sistemáticamente las organizaciones revolucionarias, despojándoles de las prácticas solidarias y de apoyo mutuo y enfocarles por la nociva acción legal. Esta intromisión del estado y sus instituciones significaría la perdida de la autonomía obrera, que fue sepultada con la ley que establecía el sistema de sindicatos legales, agobiándolos con prácticas burocráticas legalistas. Era una especie de sindicalización forzosa, porque se obliga a un individuo a organizarse, haciendo surgir un enemigo de la colectividad, de la libertad individual y obstaculizando la afinidad entre pares.

 

Todo esto generó disputas entre las y los sindicalistas en torno al rol que debían tener en la lucha social, para terminar con el sistema de dominación capitalista. Así, una fracción del anarquismo desde los sindicatos promovieron la autonomía de las organizaciones obreras y se federaron a través de una organización por oficios y en 1926 volvieron en forma de grupos de una veintena de sociedades en resistencia y centrales de obreros de imprentas y panaderos.

 

Finalmente en el año 1927, estando el dictador Carlos Ibáñez del Campo en el poder, se establecen políticas represivas contra las y los obreros organizados, lo que disminuyó la intensidad y la capacidad de convocatoria de éstos, tachándolos de subversivos que atentaban contra el orden público, muy acorde a los movimientos fascistas y conservadores de Europa, Ibáñez profundizo y sistematizo la persecución de comunistas y anarquistas, hubo encarcelados, torturados, campos de concentración y perseguidos en todo el territorio, por lo que anarquistas y sindicalistas pasaron a la clandestinidad.

 

CONCLUSIONES

 

El movimiento de los panaderos, a pesar de ser una parte marginal del movimiento popular obrero, logró llamar la atención de las autoridades y movilizó a otros sectores y actores, en torno a la demanda principal, que se centraba en la eliminación del trabajo nocturno. Lo anterior se vio favorecido por otras circunstancias:

Primero, el hecho de que Arturo Alessandri en la presidencia de la República promovía una política de puertas abiertas con las organizaciones de trabajadores: fue ahí, donde los panaderos explotaron aquella coyuntura y lograron entrevistarse en varias ocasiones con Alessandri para solicitarle su concurso a favor de sus demandas.

Segundo, el carácter pacífico que el gremio de panaderos procuró imprimirle al movimiento: no hubo llamados a paralización y evitaron mezclar sus demandas con posturas políticas partidistas, con lo que ampliaron su base de apoyo, teniendo de su parte a doctores y personalidades técnicas, que de alguna manera legitimaron sus demandas.

Y por último, aunque parezca insólito, la prensa del momento informó constantemente a la opinión pública, sobre el desarrollo del movimiento, captando incluso a El Mercurio -medio conservador que tradicionalmente reacciona en contra de las reformas sociales-, que desde sus inicios apoyó las demandas de los panaderos e informó acerca de las actividades del gremio.

 

Todo estas condiciones ayudarían, pero también, la clase dirigente en vez de oponerse a las demandas de los panaderos y aplicar una política represora, propusieron una respuesta diferente y es que en aquel proceso de transformación, el mensaje era claro - si desean participar del sistema y sus beneficios, había que reconocerlo y legitimar sus mecanismos – el mensaje además debía llegar a otros sectores populares, actuando tal como lo hicieron los panaderos, se les dejaría participar del trámite político y legislativo, se les reconocerían sus demandas.

 

Lo que no sabían los trabajadores panaderos, es que la legislación social traería nuevas formas de control y de explotación de la mano de obra. La intensificación de su uso, la mercantilización progresiva de las actividades productivas y la imposición de una nueva ética del trabajo, todo esto seríala expresión de que en nuestro país, en sus hombres y no solo en sus estructuras había penetrado avezadamente el capitalismo.

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